viernes, 12 de mayo de 2017

LA SOLEDAD DE UNA MUJER LIBRE



Vuela libre;
porque no tengo miedo a tu vuelo.
Y no eres imprescindible
                                    para mí.

Eres imprescindible a secas.

Ámame sin pizca de compasión.
Que yo sé cómo ama una mujer libre.

Y no necesito paracaídas

                           para esta caída profunda.

Que yo sé respirar,
donde no hay sitio para nadie:

En la soledad de una mujer libre.


ME VACÍO



La nada me vacía,
y el vacío que deja,
me pesa toda una vida.

Tenía que parar y no paré.
Tenía que callar y no callé.
Tenía que vaciarme y me llené.
Y ahora soy un desagüe en el sofá.

Me deshago en escombros de agua.

Y cuando termine;
sacaré la fregona
             y me escurriré.



jueves, 13 de abril de 2017

LA NIEBLA SIN MEMORIA



Si me preguntan que comí ayer casi no puedo recordarlo. Tengo una vida vacía de recuerdos, pero llena de conclusiones. Es como si mi vida se fuera borrando al mismo tiempo que la vivo. Como una burbuja que nace y explota casi al mismo tiempo, y no queda nada de ella. Pero la diferencia es que siento el pesado rastro que deja la burbuja: un rastro sin recuerdos. Un rastro que mutila posibilidades. Me angustia no tener memoria. Pienso que al no recordar casi nada seré más libre. Pero no sucede así. Hay una niebla espesa y casi invisible que cubre mi mirada. 
Tumbado en la playa escribo en el iphone, y veo esa niebla sin recuerdo; sentada en sillas, con sombrillas y perros, periódicos, sillas, mujer, niños y suegra. Veo esa niebla y me veo a mí. Siento cómo me observo en otras vidas, que son mi propia vida, y cómo esa niebla espesa  son recuerdos sin memoria; y se me pega a la piel, y decide por mí. Mira por mí. Ama por mí. Vive por mí. Las escenas sin recuerdo se me pegan a la sien. Y yo intento ser nadie. Intento recordar para poder olvidar; y olvidar que aún soy yo; sentado bajo la sombrilla, leyendo el periódico, con mujer, suegra y miedos; creyendo ser alguien que sabe lo que quiere. Pero tengo la niebla espesa detrás de mí. Y no recuerdo nada para poder olvidarlo.
Quisiera recuperar la memoria y no tener miedo a repetir.
Y nunca más tener que sentir un miedo que nunca fue mío.

viernes, 17 de marzo de 2017

SUSURROS DE CAMBIO



Y los gritos se hicieron silencios.
El remordimiento quedó mudo y
el miedo se echo a volar.
La paz de no tener que recordar
porque ya nada cambiaría nada.
Ni tan siquiera lo que siempre
quise cambiar.
Porque a ese horror también se lo debo todo.
Y mi futuro cambió mi presente,
susurrándole a mi pasado.

NOSTALGIA



A veces me entra nostalgia
por la falta de presencia.

Es como saber que estoy viviendo
un momento sin consciencia,
y que vendrá el futuro después cargado de recuerdos perdidos;
vividos mecánicamente.

Esa nostalgia es triste.

Entonces,
vuelvo al momento
sin miedo,
listo para vivir
y no recordar.

Porque la nostalgia se cura en el presente,
y solo aparece para recordarme
lo muerto que estaba ayer.

Pero no se puede revivir un presente donde no estaba.

Y entonces,
me lo invento.


DESPISTARME CONTIGO



Antes,
cuando seguía pistas,
siempre estaba despistado.
Ahora,
estoy atento,
y no sigo ninguna pista.
Las pistas me despistan.
Porque no hay donde llegar.
Porque no sé donde ir.
Solo quiero despistarme contigo,
y llegar a ningún sitio,
junto a ti.
Y nunca encontrar el final.

DECONSTRUCCIÓN



Cuando me descuido
y olvido que no soy nadie,
viene desde atrás,
enfadado y vengativo,
a reclamar sus miedos,
vicios y querencias,
el hombre que creí ser
y nunca fui.
Con la cara demacrada y asustadizo,
más perdido que nunca,
se pone ropas olvidadas,
da vueltas por el salón,
se mueve nervioso,
se masturba mecánicamente
y busca azúcar.

Pero despierto,
y era solo un sueño.
El único espacio
donde habita ya,
ese personaje extraño,
al que yo quiero,
detesto y perdono,
porque sin su fracaso,
seguiría siendo él.

Pero solo fue un sueño.
Y me tomo el café
ya siendo nadie,
junto a él,
agradecidos los dos,
por la deconstrucción
del personaje.

LOS CHARCOS



Y vuelvo a pisar ese charco.
Porque no es posible esquivar
todo el tiempo,
todos los charcos.
Siempre hay un día,
en el que no miras,
despistado,
y vuelves a pisarlo.

Porque los charcos
no están fuera.
Están dentro,
en el fondo corazón,
encharcándolo todo.

Y de nada nos sirve esquivarlos,
todos los días menos uno.
Porque ya no es cuestión de atención.

Solo nos queda desaguarnos...
para no morirnos de memoria.

No camines,
tratando de saltarlos,
como si estuviesen fuera.

Sumérgete en los charcos,
y muérete de frío.

O vive siempre,
esquivándolos.

DEJAR DE SONAR



Soy lo que converso
conmigo mismo.
Y ya estoy harto de escucharme.
Quiero ser silencio;
y dejar que suene,
la orquesta sin partitura.
Olvidar mi nota;
fundirme,
con la melodía del todo.
Ahora sé,
que no soy mi música.
Y que me ahogo en mi compás.

sábado, 4 de marzo de 2017

SIN BÚSQUEDA



No hay nada más que lo que hay.
La meta es la no meta.
El método es el no método.
El viaje es la quietud.
La búsqueda es la mente.
Si buscamos plenitud,
ya nos hemos perdido.
La plenitud es y está.
El tesoro es todo.
Y nuestros mapas
son las gafas de un ciego.
Si pretendemos ver más allá
no veremos acá.
El tesoro nunca estuvo escondido.
Nosotros somos lo escondido.
Abandonemos toda búsqueda
para descubrirnos sin esperanza.
Lo que has perdido en tu habitación,
lo has perdido para siempre
en el universo entero.